El funcionario, que tiene peso específico en la campaña de Sergio Massa, revolea los ojos cuando le mencionan el hilo de mensajes que publicó esta semana el Presidente para cruzar a Horacio Rodríguez Larreta en Twitter. “¡Yo hice, yo hice!”, dice con un dedo levantado, como imitando al jefe de Estado. En el búnker de Unión por la Patria nadie quiere que Alberto Fernández se inmiscuya en la carrera electoral. Más allá de los asuntos personales -que los hay- es una cuestión de estrategia: la mala imagen que tiene el Gobierno, dicen los principales asesores del peronismo, es “cosa juzgada” por la ciudadanía. Por eso, alegan, no es momento de reivindicar la gestión actual.
A nadie en el equipo de Massa se le escapa, como es de sentido común, que no será fácil despegarse del gobierno actual ni dejar de ser la opción de continuidad ante el electorado. Sobre todo, porque en la boleta los protagonistas son el ministro de Economía, el jefe de Gabinete (Agustín Rossi, candidato a vice) y el ministro del Interior (Eduardo “Wado” De Pedro, candidato a senador). “Es nuestro talón de Aquiles, es el gran problema y desafío que tiene nuestra campaña”, reconoce un importante funcionario y candidato.
Esta semana, a los “voceros políticos” de Massa -dirigentes que son los únicos habilitados para hablar en los medios de comunicación- les repartieron un dossier con 20 definiciones para que puedan esparcirlas públicamente. “En las próximas elecciones nos jugamos avanzar hacia el futuro o volver en el túnel del tiempo a la Argentina de la insensibilidad y la violencia”, dice una de esas máximas. La bajada de línea indica que hay que focalizarse en el porvenir y ligar a la oposición a los 90 y a la crisis del 2001. Un “túnel del tiempo” a otra época en donde el pasado inmediato, el de los últimos tres años y medio, se elude.
“Cosa juzgada”
Según pudo reconstruir LA NACION, el asesor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, que se vale de lo que él bautizó como “nueva demoscopía” para dilucidar los comportamientos de los votantes, transmitió al equipo de campaña que “la ciudadanía ya tiene una opinión formada del Gobierno y no tiene sentido tratar de cambiarlo en campaña”. “Es una cosa juzgada y no sirve de nada ponernos a discutir sobre eso en esta instancia”, dijo un importante colaborador de los equipos de Unión por la Patria.
En la Casa Rosada se propusieron que Fernández asuma el rol de “puesta en valor de la gestión” en los últimos cuatro meses de su mandato. Pero eso no está calibrado con la estrategia que elaboraron a muy pocos metros de la sede de gobierno, en el búnker emplazado en Bartolomé Mitre al 300. “No es el momento de la reivindicación de Alberto, lo que está haciendo es a título personal”, aseguran en esas oficinas montadas exclusivamente para la etapa proselitista.
Así se explica, por ejemplo, que Fernández y Axel Kicillof hayan recorrido y supervisado obras en una misma ruta, la provincial 4, el mismo día y a 11 kilómetros de distancia. El Presidente hizo tres visitas al conurbano esta semana, pero en ninguna se mostró con los candidatos de Unión por la Patria. Tampoco hubo muchos actos en conjunto entre Massa y el gobernador bonaerense, pese a que hay una idea de fortalecer a la dupla de candidatos.
Problemas de coordinación
Hay, por estas horas, grandes inconvenientes de coordinación en la campaña oficialista, sobre todo en territorio bonaerense, alimentados porque los tramos inferiores de la boleta (los intendentes y Kicillof) medirían más que la fórmula presidencial. El Gobierno, reconocen el comando electoral, lleva una mochila del 70% de imagen negativa.
Esa carga, no obstante, no puede encapsularse solo en la figura presidencial. La caravana que se había pensado para ayer en La Matanza se suspendió sin un motivo claro. Se habló de razones de agenda, porque Massa justo culminaba una extensa gira por el norte. Pero el argumento resultó extraño a dos semanas de las PASO. Extraoficialmente trascendió que la recorrida matancera no estaba bien organizada. En ese municipio -el que suele marcar la diferencia para el peronismo- el intendente, Fernando Espinoza, tiene un fuerte desgaste y enfrenta en la PASO a la candidata del Movimiento Evita, Patricia Cubría. Había, entonces, riesgos de incidentes o escenas no deseadas.
Algunos deslizaron que, además, el ministro de Economía quería tiempo este fin de semana para organizar el pago al FMI, que vence el lunes. Probablemente fue un coctail de factores lo que derivó en la suspensión, pero todos demuestran que ser oficialismo hoy es más una carga que una ventaja para Unión por la Patria.
Los focus group que ven en el oficialismo, no obstante, ofrecen una pequeña ventana: cuando se pregunta quiénes son los responsables de la crisis actual, aparece en primer lugar Fernández y, en segundo término, Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Recién después figura el ministro de Economía.
“Cuando pasen las PASO, el desafío será explicar que lo que nos trajo hasta acá fueron decisiones tomadas por otras personas, no por Massa”, dice un colaborador del equipo de campaña.
Todavía no está decidido, pero nadie niega de plano que el ministro de Economía pueda renunciar a su cargo después de agosto. Quienes lo tratan de cerca reconocen que no le será fácil conjugar hasta el final su función en el ministerio con la actividad proselitista.