Los vecinos de Portbou, Colera y Llançà, el norte de la Costa Brava, siguen pendientes del cielo, y sobre todo del viento, en el incendio que desde la tarde del viernes ya ha quemado más de 400 hectáreas de bosque entre los tres muncipios. En Portbou, los vecinos no tienen luz ni agua corriente. En Colera, sólo les falta el suministro de luz. Y en Llançà, los vecinos de las tres urbanizaciones más cercanas en la zona del fuego están confinados pero el humo se ve, de momento, demasiado lejos. “Esperemos que la tramuntana nos dé un respiro”, imploran. Los Bomberos, de momento, siguen sin poder desplegar ninún medio aéreo que no sea un helicóptero.
“El peor momento fue anoche”, recuerda Xavier Ortells, vecino de Colera. “Estábamos en casa, encerrados, y empezábamos a ver como las llamas se iban acercando a casa. El aire estaba repleto de ceniza y algunas chispas y nos asustamos muchísimo”, cuenta. A las cuatro de la madrugada optó por recoger a su hijo que dormía en la cama en pijama, y salir.
“Toda la gente estaba en la calle, no sabíamos qué hacer la situación era muy inestable”, cuenta Ortells, que también explica que son su pareja ya habían preparado una maleta. “Allí nos recogió un voluntario y nos dijo si queríamos ir al polideportivo, si no, nos hubieramos quedado allí, no sabíamos dónde ir, pero la casa no nos parecía un lugar seguro“, prosigue.
Durmieron dos horas en el polideportivo, y a las seis de la mañana, regresaron a su casa en el pueblo. Hoy, despiertan un tanto aturdidos, sintiendo que lo de ayer fue una pesadilla. “Es lo que hoy se comenta por el pueblo, que por la noche nadie nos dijo nada y todos esperábamos que nos dieran orden de salir“, prosigue Ortells.
Desde el pueblo, confinado y un poco más tranquilo, ven como el humo se ha alejado un tanto del municipio, que anoche quedó rodeado, y se ha tarsladado hasta la zona de La Rovellada, otra urbanización de Colera.
¿Y los perros?
Quien también ha pasado la noche en un pavellón es Magalí Peuf y su familia de 14 miembros. El más joven, un niño de 8 años. Son franceses, procedentes de los Alpes y de Limoge, que llevaban tres días de vacaciones en los bungalows del Camping Sant Miquel de Colera. “Ayer pasamos el día en Port-Lligat y a las once de la noche, cuando quisimos volver, ya no pudimos regresar“, explica. Han dormido en las hamacas que ha montado la Cruz Roja. Allí han pasado la noche más de un centenar de personas, la mayoría turistas como ellos. “En el cámping están confinados, hay familias que tienen perros… están muy preocupados“, sigue Peuf, que confía en que a las 14h de la tarde reciban buenas notícias y puedan regresar.
“Mi casa ha aguantado en medio del pueblo”, explica Jurado Antonio, turista francés y veraneante habitual de Portbou. Hoy el pueblo no tiene agua ni luz. “Conozco gente que vive al lado de la montaña; yo tengo el coche allí también… Estoy bastante preocupado”, insiste el hombre. Él también ha pasado la noche en el pabellón de Llançà, habilitado por la Cruz Roja, aguardando buenas noticias.
Los vecinos que siguen en Portbou, después de una noche de infarto en la que vieron su pueblo rodeado por las llamas, también se levantan con más esperanza y mucho sueño acumulado. “Hoy parece que vamos más tranquilos”, reconocía a este diario el exalcalde Xavi Barranco.
Urbanizaciones confinadas
En Llançà, las llamas aún no han llegado al municipio ni tampoco se espera que ocurra en las próximas horas. Sin embargo, ya se ha confinado a los vecinos de las urbanizaciones de Sant Genís, Sant Carles i cap Ras. Algunos vecinos miraban, curisos, desde la carretera que los Mossos han cortado al tráfico, la evolucion de las llamas y el humo.
“Nosotras estamos aquí porque tenemos a toda la familia en Colera, de vacaciones, y esperamos poder ir en cuanto abran la carretera”, explican las hermanss Gemma y Míriam. Ayer fueron a Figueres a ver la película de Barbie. “Dichoso el día”, lamentan. Aunque recuerdan que hubo incendios mucho peores 1999 y 2012.
A esta hora, los bomberos ya hablan de más de 400 hectáreas quemadas, por un fuego que se ha ido expandiendo por culpa de la tramuntana. La clave está en el cielo, y en el viento, que impide que ni los cinco Aviones de Vigilancia y Ataque de la Generalitat, ni los dos hidroaviones del Estado puedan sobrevolar la zona. Sólo pueden actuar cinco helicópteros; tres se han incorporado hace pocos minutos.
Los Agents Rurals también están sobrevolando la zona para hacer una estimación más exacta del perímetro calcinado, que, si empeora, podría llegar a ratificar el temor a un daño potencial en 2.000 hectáreas.