LISBOA.- Frente a una marea de 1,5 millones de peregrinos, el papa Francisco presidió la misa final de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa, donde pidió a las nuevas generaciones que no tengan miedo e hizo un llamado por la paz.
Aclamado por una multitud que le cantaba “Esta es la juventud del papa”, el pontífice argentino, de 86 años, se dio un último baño de masas antes de cerrar esta edición de la mayor reunión internacional de católicos. “A ustedes jóvenes que quieren cambiar el mundo (…) y que quieren luchar por la justicia y la paz (…), no tengan miedo”, lanzó Francisco en español, durante una ceremonia en la que también se acordó de las zonas en conflicto.
“Siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo tanto. Amigos, permitan que también yo, ya viejo, comparta con ustedes un sueño que llevo en el corazón, el sueño de la paz”, agregó. Tanto en la vigilia de ayer como en la eucaristía de hoy, en este vasto recinto instalado junto al Tajo se congregaron 1,5 millones de personas, según informó el Vaticano.
Además, el papa invitó a los voluntarios de la JMJ a ser “surfistas del amor” y a seguir desafiando “grandes olas” como la que afrontaron en este evento global. “En estos días también ustedes han afrontado una verdadera ola, no de agua, sino de jóvenes, jóvenes como ustedes, que han inundado esta ciudad, pero con la ayuda de Dios, con mucha generosidad y apoyándose mutuamente, ustedes han desafiado la gran ola. Fíjense que son valientes”, enfatizó, haciendo una metáfora con las olas de hasta 30 metros de altura que los surfistas cogen en la localidad portuguesa de Nazaré. Así, los animó a seguir manteniéndose “en las olas del amor, en las olas de la caridad”.
“Sean surfistas del amor, es una tarea que les encomiendo en este momento. Que el servicio que han hecho a esta Jornada Mundial de la Juventud sea la primera de muchas olas de bien”, subrayó.
Los jóvenes se despertaron al ritmo de la música que pinchaba un cura-DJ portugués desde el gigante escenario que recordaba al de un macrofestival, mientras amanecía un día en el que las temperaturas llegaron a rozar los 40 grados. “Estas jornadas son una forma muy linda de sentirse empoderado por toda la comunidad”, indicó Maricruz Linares, una diseñadora digital de 25 años llegada desde Costa Rica. “Es impresionante encontrar a tanta gente que piensa como uno”, agregó.
Al “lejano oriente”
Después de un extenso recorrido en el “papamóvil”, Francisco presidió la misa desde el colosal altar que dominaba este recinto a las puertas de Lisboa repleto hoy de fieles agitando sus banderas, además de 10.000 sacerdotes, 700 obispos y 30 cardenales.
“Es extraordinario poder estar aquí para ver a nuestro papa Francisco, que consigue unir a personas de todo el mundo”, celebró Pimentel Gomes, un cura brasileño de 52 años.
Antes de concluir la ceremonia, Francisco desveló una de las incógnitas de cada edición, al anunciar que Seúl será la próxima sede de este macroevento que moviliza a miles de jóvenes de todo el mundo. “Y así, en el 2027, desde la frontera occidental de Europa se trasladará al lejano oriente, y este es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia”, reveló, mientras un grupo de peregrinos de este país donde alrededor del 11% de la población es católica festejaban en el altar.
Después de la misa, el papa se encontró con los 24.000 voluntarios que participaron en la organización de esta edición de la JMJ, aplazada un año a causa de la pandemia, antes de emprender el regreso a Roma. Poco después de las 18 despegó desde la base aérea de Figo Maduro de Lisboa con destino a Roma.
Espontáneo
En la mañana de ayer, había sido recibido por 200.000 fieles en el santuario de Fátima, en el centro de Portugal, donde rezó el rosario con jóvenes enfermos, discapacitados y seis prisioneros. Al contrario de lo que estaba previsto, el papa improvisó casi toda su intervención y no hizo las referencias proyectadas a la paz y la guerra en Ucrania, a la que ya se había referido el miércoles.
Francisco -que se desplaza en silla de ruedas o apoyado en un bastón por una salud cada vez más frágil- ya había variado el guión de uno de sus discursos el viernes, tras explicar espontáneamente que no le funcionaban “los reflectores” y no conseguía leer bien. El portavoz del Vaticano indicó que el cambio del viernes fue por un “un reflejo provocado por la iluminación”, mientras que el de ayer había sido “una elección” del pontífice.
Describiendo al papa como “cansado” al comienzo de su visita, debido a su intenso programa de actividades, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, explicó en la televisión pública RTP que el pontífice “acabó en gran forma estos últimos dos días”. “A medida que el día avanzaba iba entrando en una alegría, estaba relajado… Dejaba de lado los papeles, decía lo que llevaba en el corazón”, declaró el jefe del Estado, un político conservador y ferviente católico.
Desde el comienzo de su visita el miércoles, el primer pontífice latinoamericano abordó numerosos temas como el cambio climático, las redes sociales o la pederastia en la Iglesia, y se reunió en privado con un grupo de víctimas de abusos.
Agencias AFP y AP