LA NACION se comunicó con Pepe Cibrián para conversar sobre el alboroto que se armó en las últimas horas cuando opinó sobre Julieta Poggio y su debut en teatro con Coqueluche. Tras los dichos de Cibrián que se viralizaron, él ahora asegura que va a ir a verla al teatro y que no duda de su talento, “pero tiene que demostrarlo”, recalca. “Son tantas luchas de generaciones y ahora pareciera que todo es tan fácil”, agrega.
Mientras trabaja en las últimas definiciones de la despedida de Drácula, que se realizará los próximos 30 y 31 de agosto y 1, 2 y 3 de septiembre, prepara otra obra con Ángel Malher y empieza los ensayos de un encuentro imaginario entre Isabel de Inglaterra y María Estuardo que protagonizará junto a Damián Iglesias. “Me indigna que las preguntas que le hacen a esta chica pretendan definir a una actriz. ¡La chica no tiene culpa de nada! ¿Qué importa cómo fue su debut sexual? No se me ocurre que a mi madre, a la (María Rosa) Gallo, a (Alfredo) Alcón les pregunten eso para definirlos como actores. A la Gallo la definió hacer el Conservatorio, romperse el culo, estar exiliada; y a mi madre trabajar desde los 4 años, durmiendo en una valija con una madera para no ahogarse, y de pueblo en pueblo. Y a mí me define darle espacio a miles de jóvenes haber hecho 56 obras en 60 años”, detalla en diálogo con LA NACION.
-¿Lo mediático le ganó al talento?
-No estoy de acuerdo. Esta chica tiene dos millones de seguidores y eso no define a un actor. Yo no tengo nada en contra de esta chica ingenua que responde a preguntas como ¿cuál es tu modo de hacer el amor?
-Pero la juzgás…
-Nada que ver. Esta chica no estudió, pero mi madre tampoco porque no pudo y ni siquiera fue la escuela. Mi abuela le enseñó a escribir y a leer, mi padre la cultivó y no vamos a negar quie es la Campoy. Y habla Pepe Campoy, ciudadano ilustre galardonado por el Senado de la Nación, y no un pobre resentido. ¿Me hace eso mejor? No, no me hace mejor. Yo me quejo y me enojo porque pienso que si esto es lo que los jóvenes ven, ¿qué le queda a quien lucha como un animal ocho mil horas? La gente que trabaja conmigo ensaya 8 horas diarias, vienen de Lugano, La Plata y hasta han dormido en una plaza, literalmente. Entonces no puedo creer que el medio le de a Gran hermano un Martín Fierro de Oro. ¡No! Que le den un premio al mejor rating. Y por otra parte, es un delirio que haya un oro, por empezar porque no hay Oscar de oro, ni Donatello de oro ni Goya de oro. Me parece muy bien Gran hermano, no tengo nada en contra más que no es un referente de la cultura.
-¿Vas a ir a ver Coqueluche?
-Claro. Ojalá le vaya bien y la aplaudiré si tiene condiciones. Apoyo que luche y es más, la invito a estudiar conmigo o con otros grandes maestros. Yo me rompo el alma y hace dos años estuve a punto de perder todo por la profesión y lo volví a ganar, y he empeñado todo también. ¿Qué me van a enseñar a mi de lucha? No quiero ofender a nadie y quiero que quede en claro que no tengo nada en contra de la chica. Cuando digo la frase “y esto es una actriz”, me refiero a que si lo que le preguntan la define como actriz. Ella todavía no es actriz. Es como si estuviera en primer año de medicina y digas que es médica. No, está estudiando. Yo me rompo el culo para pagar mis deudas, para mantener a mi tía que está a dos cuartos del mío y me cuesta fortunas porque le doy lo mejor. Y los jóvenes que estudian qué dicen, ¿que tienen que estar en Gran hermano para que le den un protagónico? Mis padres contrataron a Susana Giménez cuando recién empezaba, es cierto. Susana se destacó con el shock, la (Zulma) Faiad con la lechuguita, la (Susana) Traverso con el vino. Y cuando mis padres contrataron a Susana para hacer Las mariposas son libres, lo primero que dijo ella fue: ‘Cibrián, necesito que usted me pruebe’. Y papá la probó durante tres meses, seis horas diarias hasta que le dijo que podía hacerlo. No dudo que (José María) Muscari debe estar haciendo lo mismo porque es un gran director, pero no fue casualidad Susana Giménez. Y ella llenaba el teatro, porque cuando se fue por contrato a Venezuela durante tres meses y quedaron mamá y (Rodolfo) Bebán, no iba nadie. Y Susana volvió y se llenó el teatro otra vez porque iban a verla a ella. Ojalá a esta chica vayan a verla. Lo deseo.
-¿Qué te enoja?
-Me enojo porque son generaciones de romperse el alma. Es duro. Thelma Biral está haciendo Brujas con mucho esfuerzo. Mi madre se estaba muriendo en la última obra que hizo, apenas podía caminar y cuando salía al escenario tenía 20 años, y Alcón estaba en silla de ruedas (se emociona). Que me van a contar a mi si vengo de la lucha en esta profesión. Le deseo lo mejor y que sea más exitosa que nadie, y que tenga talento y lo demuestre y después hablamos. No hay que haberle espacio porque salió de Gran hermano, sino porque protagoniza con Betiana Blum y Mónica Villa, y ese es un gran privilegio. Hay talentos. Por ejemplo, Laurita Fernández empezó conmigo en El fantasma de Canterville y nunca falto a los ensayos. No es casualidad Laurita. Mi enojo es por este avance incultural de este país que se está yendo a la mierda en todo, y yo me quedé como tantos a pelear acá. No me parece que esté mal irse tampoco, para nada. Yo voy a llamar a esta chica y le voy a decir que no es contra ella, por favor. No tiene cancha para responder algunas preguntas. Imagínense a Moria Casán o a Mirtha Legrand o a mi si nos preguntan sobre nuestro debut sexual, las carcajadas que daríamos. No dudo que Muscari ensayó durante muchas semanas para poder sacar a esta chica adelante y no dudo que eso se va a ver el día del estreno. No estoy destrozándola; no es así. Por qué lo haría. Lo que digo es otra cosa. Es importante para ella que lo entienda.