QUITO.- En 2021 fue un asalto de militares retirados a la casa del presidente de Haití para asesinarlo. En 2023, sicarios que desde una motocicleta mataron a un aspirante al poder en Ecuador. En dos años, los matones colombianos agudizaron a balazos las crisis de otros países.
El miércoles el ecuatoriano Fernando Villavicencio, de 59 años, acababa de subirse a su camioneta al finalizar un mitin político cuando los atacantes abrieron fuego. Tres balas entraron por una ventana e impactaron su cabeza.
Antiguo asambleísta y periodista dedicado a escudriñar entramados de corrupción, el candidato de centro falleció a 11 días de las elecciones del 20 de agosto. Uno de los presuntos asesinos murió tras un tiroteo con el equipo de seguridad y otros seis fueron capturados, todos ciudadanos colombianos. En una redada encontraron un fusil, una ametralladora, granadas y cientos de municiones.
Algunos de los detenidos fueron vistos manchados de sangre, en una fotografía similar a las que las autoridades de Haití divulgaron en julio de 2021. Entonces fueron 17 exmilitares quienes ingresaron a la residencia del presidente Jovenel Moise y lo abatieron frente a su esposa.
La macabra coincidencia deja en evidencia la “especialización” de la delincuencia organizada en Colombia y la extensión de sus tentáculos por el continente, dijo a la AFP Jorge Mantilla, investigador colombiano sobre el conflicto y crimen organizado.
Modus operandi
Ubicado entre Colombia y Perú, los dos principales productores mundiales de cocaína, Ecuador vivió el primer asesinato de un presidenciable de su historia a días de elegir al sucesor de Guillermo Lasso.
Las investigaciones señalan la génesis de la violencia en el país con la entrada de la cocaína principalmente por la frontera colombo-ecuatoriana, que luego sale desde el Pacífico rumbo a Estados Unidos y Europa. Por esa puerta ingresaron también a Ecuador guerrilleros y delincuentes colombianos con sus modus operandi de terror.
Mantilla explica que bandas de Ecuador dedicadas al tráfico de drogas “adquirieron su poder a partir de trabajar con organizaciones colombianas y posteriormente se independizaron” y fortalecieron.
Aún no se ha esclarecido quién ordenó asesinar al político, que había dicho ser blanco de amenazas de la narcobanda Los Choneros. También supuestos miembros de Los Lobos, la otra banda dominante en Ecuador, se atribuyeron el hecho en un video que no pudo ser verificado.
Según reveló la prensa colombiana, los capturados tienen antecedentes criminales en su país. Algunos ya habían sido condenados por fabricación y tráfico de armas. Otros tienen antecedentes por hurto, tráfico de estupefacientes, homicidio o violencia intrafamiliar.
Para Mantilla, el homicidio que horrorizó a Ecuador, sumado al asesinato del presidente de Haití en 2021, muestra “la especialización que ha tenido la delincuencia colombiana en el uso de la violencia”, producto del conflicto armado de seis décadas entre guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y la fuerza pública, cuyos miembros son codiciados en el mundo por su experiencia.
Antes de la muerte de Moise, era conocida la presencia de militares colombianos retirados en Yemen, Siria, Irak, Afganistán o Emiratos Árabes. Allí protegían construcciones para controvertidas firmas de seguridad como la disuelta estadounidense Blackwater. Algunos los tildan de mercenarios.
En la actualidad, los 17 detenidos en Haití siguen tras las rejas sin que se conozcan los autores intelectuales del magnicidio. Otro intentó escapar, pero fue capturado en Jamaica y extraditado a Estados Unidos. El deceso de Moise agravó la crisis social del empobrecido país caribeño, también sumido en la violencia de las pandillas.
En este contexto el presidente colombiano, Gustavo Petro, aseguró recién llegado al poder, en agosto de 2022, que su país tenía una “responsabilidad” por la muerte de Moise, pero ha guardado silencio con el caso de Villavicencio.
Agencia AFP