8 de enero de 2023
“Dibujé en una servilleta mi casa ideal, al estilo de la Provence francesa, y fui con ese croquis a buscar un arquitecto. Ezequiel Amado Cattaneo lo interpretó a la perfección”, recuerda la ingeniera agrónoma y paisajista Carolina Pell. “Para el interior, quería algo moderno y neutro, con hormigón visto, que estuviera en sintonía con esa línea sin caer en lo ultra rural ni el típico equipamiento de madera decapada”.
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Si en cada rincón aparece el sello distintivo de Carolina, no podían ser menos las dos hectáreas de terreno, donde experimenta con distintas especies de plantas y se perfecciona en el “paisajismo ecosistémico”. Se trata del diseño de jardines adaptados a las características de cada lugar, que requieren poco mantenimiento y donde se generan las condiciones para el desarrollo de una fauna afín.
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En casa de herrero, cuchillo de palo: Carolina se mudó hace nueve años pero, hasta hace cuatro, en el parque había solo pasto y cercos. “Pienso las ideas largo tiempo y, después, las ejecuto un día para el otro”.
«Mi familia es oriunda de Francia, y viajábamos cada año a ver a mis primos. Ahí me enamoré de las casas de campo en piedra con ventanas de vidrio repartido, y quise reproducir algo similar.»
Carolina Pell, ingeniera agrónoma, paisajista y dueña de casa
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Con ventanas de hierro que se pliegan, la galería se abre por completo en verano, o se cierra, en invierno, para encender la chimenea y sumar un segundo living interior a la casa.
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“Hace dos años, nos deshicimos de una mesa enorme de madera y la cambiamos por banquetas alrededor de la barra. Así, mi marido y yo podemos sentirnos acompañados por los invitados cuando sale un asado”.
En esta casa las obras de arte tienen un rol importante. “Mi familia está llena de artistas y diseñadores. Siempre viví en casas cargadas de estética, en las que cuelgo cuadros alegres, de pintores que me enamoran”. Aquí, aparecen piezas únicas de figuras internacionales, como el francés Philippe Bemberg, y de firmas locales, como la de Chloe Henderson.
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La dueña de casa armó una biblioteca en la pared comprendida entre las dos puertas ventana, que le parecía desaprovechada. “Me gusta el toque inesperado que da el naranja y cómo se destacan los libros con el fondo gris”, dice.
Carolina continúa explorando con los colores y la decoración. “Lo hago de manera lúdica. Cuando me aburro de un espacio, agarro una lata de pintura y lo renuevo”.
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Intencionalmente, los techos de hormigón visto y la luminaria moderna se despegan de la estética exterior.
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“No tengo muebles de marca ni de mucha categoría. Mi foco está en ponerle onda a la casa con la pintura, el juego de colores y la mezcla ecléctica de la decoración. La originalidad es mi búsqueda permanente”.
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“Uso mucho la cocina y soy una mega anfitriona. Si bien la isla es muy cómoda para trabajar, podría haber dejado más espacio entre el anafe y la bacha en la mesada”.
En continuidad con la barra, una amplia mesa de cocina baja la altura para dar lugar al comedor diario; allí también se extiende el espacio de trabajo.
“Me divierte que el acceso de la casa sea sobrio y no revele demasiado. Al abrir la puerta, aparecen los toques coloridos y el eje verde que llega hasta el fondo del jardín”.
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Estas aberturas de madera datan del 1900. Estaban en el campo de un conocido de la familia y eran similares a las que había imaginado Carolina y plasmado en su servilleta. Cuando la paisajista supo que iban a ser eliminadas, aprovechó la oportunidad y descartó la idea de fabricarlas en PVC. Hoy tienen la costumbre de pintarlas una vez al año con esmalte sintético brillante y sin aguarrás.
El toilette remite a un típico boudoir francés y está equipado con muchos de los objetos que decoraban el dormitorio de soltera de la dueña de casa.
El estudio de paisajismo tiene doble uso: contra la ventana, el escritorio; seguido, un sillón en L divide el espacio en dos y da lugar al cuarto de TV de los adultos.
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Aprovechando que los techos son altos, el cuarto de los chicos se equipó con cuchetas, un modo de liberar superficie y dar lugar a un sector de estudio con escritorio. El piso es de Tarquini hecho in situ, igual al de la planta baja, pero en color arena.
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“Mi dormitorio es un lugar tranquilo, para descansar, en el que prefiero que primen los grises y neutros, y que el color lo aporte la ropa de cama”.